Si ya me paso el día meditando
cómo sacar indemne tanto pecho,
si pasando la noche satisfecho,
prefiero no saber cómo ni cuándo
mi cuerpo se ha estado peleando.
Si es que algo queda lejos de mi lecho
el tiempo que se vuela y no aprovecho
pronto se va la vida lamentando.
Porque tentado a traspasar el velo
que separa el dolor y la tristeza
del buen placer que da la vida buena,
nada cuesta elevar los pies del suelo
y caminar erguido sin pereza
dejando atrás los cantos de sirena.
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