Nunca sabré quién ronda mi inconsciente
que abarrota de intrigas mi intelecto,
variando de apariencia con su aspecto,
sin casi darme cuenta y de repente.
Pero quisiera abandonar la mente
despierta para dar fe de su efecto
por si acaso a mitad de su trayecto
cambia su decisión y se arrepiente.
Porque si entretenido de faena
entreveo la escena algo borrosa
después de caminar siempre derecho,
nunca voy a dejar en mano ajena
mi voluntad alegre y vanidosa
hasta que el yo se sienta satisfecho.
|