No discuto mi amor por el trabajo
ni pretendo aumentar mi palmarés,
mas bien llevarme algún que otro revés
con la clase de cartas que barajo.
Pues vale más tomarse a gusto el tajo
que amargarse la vida de un traspiés
cuando se muestra falta de interés,
por no decir de un infernal relajo.
Si no invierto ninguna utilidad
en las cosas concretas de este mundo
cómo puedo opinar tan libremente,
confundiendo fervor con voluntad,
mientras reniego ser un vagabundo
al que la vida escapa de repente.
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