Nunca me atrevería a pelear
ningún tipo de impulso con fervor
aunque fueras el sueño de mi amor
y tarde lo tuviera que aguantar.
No voy a resignarme y censurar
untando mi coraza de terror
cómo sería el fuego abrasador
que le exigiese al alma idolatrar.
Como nunca has dejado de poner
tu entrañable latido en mi recuerdo,
todavía te siento entre dormido
y despierto, pues nada he de temer,
siempre que me mantenga medio cuerdo
y no me trague el consumado olvido.
|