Si camino humillado y cabizbajo,
-haciendo cruel honor al fiel estilo
en busca del mejor y grato asilo-
no aconsejo ningún sutil atajo,
porque encerrado a solas me relajo
donde pretendo convivir tranquilo
tratando de escuchar con buen sigilo
cuanto llega a mi cuerpo sin trabajo.
Porque, a veces, perdido en el desierto
no quiero ni pensar como ha de ser
el paso irreversible hacia la muerte,
yaciendo así al raso y al descubierto
veo la luz de un nuevo amanecer
sin sopesar como será mi suerte.
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