Aquel bello ruiseñor volvió a cantar,
Con su timbrada voz le trajo la alegría
Y su corazón vibró al poder comprobar
Que su sentimiento de amor persistía.
Colores que de nuevo abrieron sus ojos,
Melodías que animaron a su débil cuerpo
A bailar entre los crujidos de sus huesos
Y a tararear algunos estribillos hermosos
“ No te mueras otra vez pequeña criatura,
Ven algunos días y mantente risueño
En este árbol de mis viejas amarguras,
Hasta que la felicidad me lleve al sueño “.
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