Ese, el escriba de los enigmas,
el mismo que ayer escribía epitafios
cuando la muerte le chorreaba por los costados del alma.
Ese que pasa y hace como que no ve a través de las paredes,
mientras se aprieta lágrimas y aullidos y secretos
y golpes y caricias y canciones y caídas
Ese,
¿qué quiere escribir ahora?
la alegría?
¿ Existe acaso?
¿Quién es ella?
¿Existe acaso una flor con traje de amatista,
un licor para el Dios de los perfumes,
un café contra el sueño de la muerte?
¿Qué cosa es la alegría?
¿Cómo se busca con las zarpas sangrando
de ingenuidad y torpeza?
¿En qué brote de luz, en qué pájaro leve hay que buscarla?
No eres más que un toro.
escucha la música.
Embiste.
Ella zarandeará su falda, su capa de torera,
para que el pueblo aplauda, para que tú la embistas
y ella te esquive, como siempre,
con un indulgente ademán de su sonrisa,
o tú la claves con tu cuerno más hondo,
o ella hunda su espada en tu pescuezo,
pero cualquiera sea el resultado
cuando veas o sientas la sangre escurrirse entre la arena
sabrás que valió la pena la batalla,
que esto era todo.
Respira.
Trata de no pensar.
Respira.
Es un fuelle doloroso el pecho
pero en él habita la Alegría.
Respira.
Saca la cabeza de la pila bautismal,
sólo en el aire vibra el horizonte,
la distancia es piedra y luz y vida.
Respira.
Tienes la obligación de merecer tus sueños.
Respira.
(De "El libro de la Alegría y otros poemas" 2005)
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