Es el Rey.
Es el caballo blanco y su soberbia.
Lo hemos visto, sagrado,
sin poder de resistir su poderío.
Descendió de su nave cuando el trueno partía a la mañana,
un león de mil cabezas que rugían anunció su llegada,
y caminó tranquilo, omnipotente,
sobre la tierra donde nunca volvería a crecer la dicha.
Ha venido a triunfar
con armas de luz y de estampido.
Ha venido a beber su caldo de pezones
de doncellas violadas,
a fabricar sus ídolos fundiendo nuestros dioses.
Ha venido a doblarnos, por su bien
y el de su estirpe de infelices sangrantes.
Ha venido a implantar su reino de mortajas
para que vivamos su muerte, su culpa de estar sobre la tierra.
Ha venido a sembrarnos de vacío,
a incendiarnos el tiempo del hoy
y dejarnos arrinconados en el vértice oscuro del recuerdo.
Es el caballo blanco
con su fuego de derrota
para nosotros y todos nuestros hijos.
Un temblor de sangre y siglos
se ha instalado inquisidor
en la verde tierra del maíz y del cacao.
(De "Los Cuatro Sellos" 1991-1993)
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