No todo fue distancia, porque amé
con ese fuego de pasión amante
y aunque evoque tu nombre en adelante,
quiere decir muy bien cuanto callé.
Nunca con apatía te besé,
ni presenté mi gesto de arrogante,
y mostrando postura dialogante
abandoné el sillón y me largué.
Hoy tu recuerdo sigue bien grabado
en la memoria vaga y más profunda,
lejos de aquel destello que en tus ojos
evidenciaba cuánto había andado
ese caparazón de alma fecunda,
sin quitarme del medio los antojos.
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