No consagro mi vida al sufrimiento
ni rastreo en las tripas bien secretas
que para respetables marionetas,
supone su mejor confinamiento.
Pero creo que el curre sin lamento
aplaca las rabietas más secretas,
sin temer que se nieguen las recetas
que tantas veces quitan el aliento.
Pues la felicidad no me defrauda,
y aunque siempre la busque sin descanso
rara vez le dispenso beneficio,
salvo que sí encontrara quien me aplauda
lo permita tumbado en mi remanso
viendo que gozarán también del vicio
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