¿De cuánta ayuda sirve muchas veces,
percibir de manera desigual
lo que cada alma sienta de trivial,
víctima de sus propias estrecheces?.
Quizás seamos los peores jueces
que a sí mismo se vea al natural
cualquier tipo de fallo criminal
que hasta el mundo reirá de sus chocheces.
Mucho se sobreponen nuestros egos
al hacer del amor una trinchera
actuando a su manera la justicia,
sin lograr descargarse los apegos
allá donde la nueva primavera
siempre parece la mejor noticia.
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