Entre auroras marchitas se calman las olas
y navega el silencio de dentro del alma,
buscando esperanza en los mares.
No tiemble el amor por las dudas que inquietan,
por el rugir del tiempo,
por los fantasmas
que sin piedad te atan.
Yo por mi parte me consuelo,
cuando el silencio
duerme entre algodones,
y la verdad aparece
con su color de siempre,
para darme su mano,
y para hacerme saber
que la amistad y el vino
la suerte y la desgracia
son una misma cosa.
(Para todos mis queridos poetas,
desde estas Islas Canarias,
tan sufridas a veces,
pero que nunca abandonan la esperanza)
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