... y la muerte tocará tres veces en mi puerta
casi sin voz ordenaré ¡ adelante !
entrará a mi cuarto de hombre solitario
a sentarse desafiante frente a mí.
He de fijar mis ojos en sus ojos
sin buscar explicación a su visita
esperaré en silencio sus palabras
mirando siempre su macilenta faz.
Ha llegado el momento, murmurará sonriente
y una mueca de triunfo sus labios mostrarán
alargará su mano y rozará las mías…
quizás buscando al hombre suplicando piedad.
Sobre la mesa, en un viejo cuaderno
mis versos inconclusos esperan un final
allí están mis amores, mis luchas, mis anhelos,
mis penas, mis promesas, mi triste soledad.
En una hoja en blanco escribiré dos líneas
tal vez como epitafio, quizás como un adios
“libero hoy de culpa a quien me ha castigado,
yo fui el único culpable de mi adversidad”.
Me levantaré despacio y me recostaré en mi lecho
y esperaré en silencio que se aproxime el fin
es posible que un rayo de luz en la ventana
se haga polvo de estrellas sobre el frío cristal.
Finalmente la muerte se acercará a mi lado
mis manos en cruz pondrá sobre mi pecho
sentiré que alguien cierra mis párpados cansados
y encontraré por fin la ansiada libertad.
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