Como siempre entregándome a la brega
miro al viento y mareas que deliran,
las estrellas del cielo me suspiran,
sin querer inmiscuirse en la refriega.
Y viendo que mi júbilo navega
inocente entre mares que reviran
detesto los prejuicios que me inspiran
los prodigios que nutren la fe ciega.
Porque la libertad de pensamiento
siempre me amaestró contra corriente,
dudando expresamente de los cultos.
Y viendo por supuesto al sentimiento
pasar inadvertido por la mente
veces hay que hasta siento los insultos.
|