Y la voz se me escapa estremecida,
como una lamentable metralleta
renegando una vida de receta,
mientras la mente queda dividida.
Entre si dar un beso sin medida
y mostrar la pasión de anacoreta
hasta el punto que pierda la chaveta
dejando para siempre el alma herida.
Pues mucho debilita el feroz llanto
dejando siempre el sueño sin consuelo
cuando la vida se presenta cruel,
y todo nos parezca un vil espanto
hasta que se nos caiga todo el pelo
girando a la sazón de un carrusel.
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