Cuando un avance audaz sirve de poco
y toda esa ambición veraz de antaño
pierda la fuerza pronta de un apaño,
es inútil volverse medio loco.
Porque mientras sosiegue ese sofoco,
acaso se repare cualquier daño,
subiendo sin motivo ese peldaño
que al paso sirva de calmante al coco.
Como si la conciencia no supiera
que es muy importante mostrarse vivo,
con hambre de razón y de esperanza,
para que traiga luz la primavera
y la felicidad del colectivo
en pie mantenga toda su confianza.
|