Parsimoniosa vida…
muerta la fe, el alma desolada,
se escuda la razón
en la angustia de aquella su partida.
En el ansioso nido
brilló también la luz de la mañana
y es sombra condenable
que busca sin amor la despedida.
Vieja ilusión que arde
como ángel enhiesto y venerable.
Mil notas de dolor
son sus pasos… embrujo de la tarde.
Las horas se me apagan
y lo segundos corren tendenciosos,
sus párpados esconden
el óvalo sin fin de la mirada.
Esbelta la figura,
es sombra picaresca y confinada,
se ampara en el jardín
y vuelve cabizbaja y tan humana.
Sus labios aprisionan
la palabra sin fin y caprichosa
y se corta el camino
como pétalo herido de una rosa.
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