Oh caridad divina, tesoro entre mis manos,
cuantas dudas de amor y cuantas bocas frías.
La mirada de un niño nos une cuando vamos
a soportar la noche lejos de las caricias.
Emerges de los lagos como mañana tibia
y con tus aguas bañas la paz del medio día.
Tus voces de protesta sellaron como un beso
la playa siempre turbia de la melancolía.
La mano generosa calmó la cruel herida
del loco amanecer… hundido entre tus brazos.
Caridad de mis noches, caricia de mis días,
cardumen de las aguas y amor de mi porfía.
Eres hoy ansiedad, mañana… paz rumbosa,
y siempre me alimentas cuando evoco tu encanto.
Delicia de mis sueños y voz pausada y fresca,
nos das alientos nuevos y el néctar en las manos.
Amante dadivosa que llevas en tus alas
el vuelo de las aves y el aire que nos besa.
Oh caridad amiga, enciende tus corolas
de mis mañanas solas y de mis tardes tristes.
Regálame las huellas de locas ansiedades
y el toque airoso y firme que siempre tú me diste.
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