A quien no le apetece aparentar
y estar en los cuarentas principales,
si no fuera que vínculos reales
le lleven en secreto hasta el altar.
Ni sentirse obligado a confirmar
que todas las creencias son cruciales
por ser vistas con ojos imparciales
antes de comenzar a enamorar.
Si adopta ante la vida una actitud
tan negativa como existencial,
que asuma con humor su obligación
aceptándola en toda su amplitud,
y llevando su cuerda espiritual
al ritmo que dispara un batallón.
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