Cuántas veces estando bien presente
no hube de aparentar como invisible,
si no el peor objeto apetecible
sobre el que se hace un juicio repelente.
Y por cuya razón me muestro ausente,
seguramente porque al ser sensible
me resulta superfluo e imposible
disimular que nunca fui valiente.
Quizás hacer oídos sordos vale
también para salirse con la suya,
que quien se ocupa tanto de lo ajeno
será porque lo propio le resbale
al cantar sin temor el aleluya
siempre que no se luche en su terreno.
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