Mucho me afano en atinar el arte
de decir a la peña lo que siento,
denunciando cualquier espurio cuento
que se lleve en la frente de estandarte.
Y sin necesidad de tomar parte
en toda rebelión del pensamiento,
tiempo me sobra de tomar aliento
y presto decidir un buen descarte.
Porque no vivo organizando líos,
ni siquiera me agarro a la justicia
propagando de veras la disputa,
si no que haciendo los problemas míos
a veces de manera algo ficticia
parezco un misionero de Calcuta.
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