Cuando el hombre persigue sus cimientos,
sabedor de que toda su existencia
se basa en el pilar de una creencia,
se oculta tras la brega de los vientos.
Y sin querer juzgar sus argumentos
cierra los ojos ante la evidencia,
porque si triunfa fácil la apariencia
nadie quita de en medio sus sarmientos.
Seguro que otro gallo cantaría
si quitando al concepto sus raíces
se encontrase viviendo ante el presente,
donde sin más razones quedaría
para apostar con todas sus narices
el papel que mejor le represente.
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