En mi país me siento ya extranjero,
tal que hubiera perdido mis raíces,
donde las gentes viven tan felices
mientras yo permanezco en mi agujero.
Quizás haya perdido mi sendero
odiando a los que comen sus perdices,
pues nada les importa tres narices
manteniendo repleto el monedero.
Porque el lujo es señal de su riqueza,
manchando lo mejor de las costumbres
mientras la bolsa bulla en su bonanza
nadie recuerda su peor pobreza
cuando el hambre saltaba por las cumbres
mostrando con desprecio su venganza.
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