I – SEDUCCIÓN
Me sedujo.
De mis cejas cuelgan, todavía,
sus telarañas.
¿Fue aquella puerta sin postigos,
o las empinadas escaleras?
¿Fue aquella luz interminable
que ascendía y descendía
a través de la claraboya?
¿Fue su madera polvorienta
que crujía bajo mis sandalias?
No lo sé.
Sencillamente, me sedujo
y me atrapó entre sus misterios.
|