Me escudaré tal vez en la plegaria
del eco del desierto
o en los pasos fatigados
que escondes en tu huerto
para sentir entonces
la fina noche escarnecida y tibia,
al tocar los contornos de tu alma.
Oh soledad ambigua,
del tiempo del pasado
y del dolor que quita el sueño
al cruzar tal vez el río
y el mar de golpe, a nado.
Pasión de muchas luces
de un viento que se mueve,
de cruces, luz y estío.
Borrasca que se hunde
en la espuma de mi barca,
aquella voz amarga que procura
reproducir el eco de los valles...
y la sensible figura de la nada.
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