Odio la vanidad que poco dura
y mucho más lesiona la entereza,
de la cual se alimenta la grandeza
que con razón nos da la edad madura.
Y se podrá considerar locura
el dirigirme al mundo con franqueza,
manteniendo bien alta la cabeza
como señal honesta de frescura.
Pero mejor andarse sin mentiras
mirando a las personas cara a cara
y siempre que se pueda bien de frente,
lejos de ser el pasto de las iras
que sin duda la vida me amargara
dejándome perdido el inconsciente.
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