Te desperezas
como si al día
le quedase todavía
más luz de la que irradia.
Luego te deshaces en anhelos,
subes, bajas,
te contemplas y te amas,
frente al espejo…
Pero hay una sombra oculta
que oscurece tu aureola.
No la ves, pero te cierne.
Es tu encierro, tu jaula,
en la que se mueven tus sueños.
Te cepillas los dientes,
como siempre,
alisas tus cabellos…
Vuelves al espacio reducido
en el que cocinabas chocolate
con restos de ladrillos
diluidos en agua,
sobre conchas de berberechos.
Vas y vienes, sin horizonte,
y en tu cerebro,
te desperezas con el alba,
como si todavía
todo fuese nuevo.
VIII - SECUENCIAS
Espreguízaste,
coma se ao día
lle quedase aínda
máis luz da que irradia.
Logo desfaste en anhelos,
sobes, baixas,
contémplaste e ámaste,
fronte ao espello,
Pero hai unha sombra oculta
que escurece a túa auréola.
Non a ves, pero envólvete.
É o teu encerro, a túa gaiola,
na que se moven os teus sonos.
Cepillas os dentes,
como sempre,
alisas os teus cabelos...
Volves ao espazo reducido
no que cociñabas chocolate
con restos de ladrillos
diluídos en auga,
sobre cunchas de berberechos.
Vas e vés, sen horizonte,
e no teu cerebro
espreguízaste co amencer,
coma se aínda
todo fose novo.
De "El desván sin telarañas" - 2009
|