Pues de la mar recién mis pies regresan
y a duras penas tocan tierra estable
porque siendo el océano adorable,
demasiado los ojos ya me pesan.
Y por lo pronto sin cesar sopesan
que los trato de forma poco amable,
si acaso no será algo más viable
el cuidarlos con artes que no estresan.
Descansando de forma coherente,
quizás en condiciones más humanas
en un marco tranquilo y adecuado.
Pues teniendo el peligro tan presente,
con la calva cubriéndome las canas,
no quiero más halagos de prestado.
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