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Mi poema número 300

Hay dos clases de poetas: los que creen serlo
y los que son poetas de verdad: J. S. C.


Llegar a este número, casi escalofriante… imperfecto,
no es cosa de todos los días ni flor resucitada.
Máxime que a nadie he plagiado ni robado ideas. Mis
poemas malos, regulares o buenos, son -ya lo dije antes-
mis poemas. Mis ideas dentro de su repetida necedad y de
constantes imperfecciones, pero son mis ideas.

No he salido de la oscuridad como poeta porque no me he saltado la valla
ni me he promovido neciamente en concursos de poesía
ante jurados poco ortodoxos y de dudosa calidad moral.
La solidez de un poeta –como el oro viejo- no está en los
pergaminos de escabroso origen, pero sí en su música,
en las entrañas mismas de su ritmo, en sus perfiles emotivos
y en sus entusiasmos subversivos. Está además en su peso
específico y en su núcleo, en sus protones y neutrones
que nacen del alma y se disparan por si solos hacia
el infinito.

Mis letras vuelan –ha tiempo- en las páginas de Internet
como en un brioso corcel encabritado que no requiere
de bridas ni de bocados. A veces son peces de colores que
navegan por los siete mares moviendo las aletas dorsales en el
agua clara y tibia, en los ríos revueltos y en los océanos de los sueños;
también en la ilusión sutil y equilibrada del empuje moral y mágico
de unas palabras, o en el disparo serpenteante y retobado
de los hermosos presagios de la vida airosa y de
las ilusiones, que son el rompe cabezas onírico de la verdad.

En Chiapas al nacer ya se es poeta –opinan los enterados-. Díganlo
si no las miríadas de paisanos míos que antes de la pubertad y cuando aún no fuman intentan reflexiones poéticas en sus cuadernos infantiles,
pues respiran con métrica y se alimentan en rimas siempre preñadas,
de emociones. Encuentran hasta en el rápido cabalgar de un campesino
y ya no se diga en el vuelo de los pájaros motivos para acentuar sus ansias poéticas,
engarzan sílabas con maestría y para sumergirse en la profunda
entraña de la más sugestivas metáforas, le roban majestad al tiempo
y espacios al sol y a la montaña.

Dadme la oportunidad de engendrar un hijo, puede decir cualquiera,
y yo les regalaré un poeta, porque poesía a no dudarlo, es multiplicar
los genes y llevar por los caminos del cosmos la magia de la palabra.
Poesía es florecer con la melancolía y disfrutar las metas que nos
conducen a la vida y a la muerte. El más grande poeta es Dios y
nosotros somos sus discípulos.


Julio Serrano Castillejos

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Publicado el: 26-12-2009
Última modificación: 18-07-2012


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