Cuando logro evadir mis pensamientos
tan frecuentes, insanos y opresivos,
de inmediato los hago positivos
cambiando bien y pronto de argumentos.
Porque si alguien escucha mis lamentos
descubriendo sus yerros más esquivos,
puede que mis reflejos agresivos
demuestren la razón de mis tormentos.
Pues al sentir un ocio placentero,
quiero saber el cómo y el porqué,
la desazón del pensamiento rudo
facilita mi sino aventurero,
que muy lejos de darle un puntapié
de inmediato me deja casi mudo.
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