Acaso cambiaría mi talento
quizás por una pizca de inocencia,
pues sin que brille burda la ocurrencia
la idea me corroe el pensamiento.
Bien a gusto conozco su elemento,
del cual ya tomo clara referencia
sabiéndome apartar de la violencia
tal que fuera o volara como el viento.
Tanto que aún recuerdo con cariño
aquellos claros ojos de la infancia,
de mirada dulce y transparente,
como si fuera así la piel de un niño
a quien poco le importa la ignorancia,
aunque pueda sonar irreverente.
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