El amor es mundano
y suave como el viento
como arca que navega en el hechizo,
nos deja sin aliento
con paz y con paciencia
se escribe en letras del candor sumiso
y cumple alegremente su destino
con dolor, sin compromiso.
Lo pido con codicia
y en la noche quebrada y más oscura
del cuarto siniestrado
endulza mi delicia.
Lo quiero tal vez
fecundo en la enramada
como aquel pan que mi hambre satisfizo
en la cuaresma huraña
que carga como eterno maleficio
el pomo de la espada.
Cuando peca el amor
en las calladas calles sin vestigio,
acusa efervescencia
y cubre con sus dardos los faustos temerarios.
Amor… de mil maneras entregado,
amor… dulce alegría,
amor… triste codicia
y luego así por siempre amamantado:
amor de faz eterna… amor de mi pasado.
Las naves del suplicio
hicieron del amor portal de hastío,
presente soledad
sin fin, sin historia y sin principio,
pero tienen también perenne sacrificio.
Es el amor el risco de las sombras,
la luz desesperada,
la imagen del cansancio
y el ancho vado que tan solo nombras
al procurar alivio.
El amor es también impertinente
y un puño de congojas,
viandante del infierno que se siente
en la maraña opaca de las horas
con trepidar de olvido.
Fugaz, es penitente
cuando el corazón arde como brasa,
tal vez ya removido
y luego fecundado
en la vertiente opaca de los tiempos.
El amor es además
audaz como el intento
y flama que se enciende,
la lírica ilusión del fuego lento,
la boda tan distante,
es el rincón de mi nocturna casa,
salud perecedera
y la virtud en donde todo pasa.
II
El amor es mundano
como arca que navega en el hechizo,
con paz y con paciencia
se escribe en letras de dolor sumiso
y cumple alegremente su destino.
Lo pido con codicia
y en la noche quebrada y más oscura
del cuarto siniestrado
endulza mi delicia.
Lo quiero tal vez
como aquel pan que mi hambre satisfizo
en la cuaresma huraña
que carga como eterno maleficio
el pomo de la espada.
Cuando peca el amor
en las calladas calles sin vestigio,
acusa efervescencia
y cubre con sus dardos los faustos temerarios.
Amor… de mil maneras entregado,
amor… dulce alegría,
amor… triste codicia
y luego así por siempre amamantado:
amor de faz eterna… amor de mi pasado.
Las naves del suplicio
hicieron del amor portal de hastío,
presente soledad
sin fin, sin historia y sin principio,
pero tienen también perenne espacio.
Es el amor el risco de las sombras,
la luz desesperada,
la imagen del cansancio
y el ancho vado que tan solo nombras
al procurar alivio.
El amor es también impertinente
y un puño de congojas,
viandante del infierno que se siente
en la maraña opaca de las horas
con trepidar de olvido.
Fugaz, es penitente
cuando el corazón arde como brasa,
tal vez ya removido
y luego fecundado
en la vertiente opaca de los tiempos.
El amor es además
la lírica ilusión del fuego lento,
la boda tan distante,
es el rincón de mi nocturna casa,
salud perecedera
y la virtud en donde todo pasa.
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