De niño coleccioné figuras de toreros y también de
animales. Después, ya como abogado, coleccioné
búhos y lechuzas de diversos materiales para los
muebles de mi despacho. Hoy colecciono con esmero
incredulidades. No intuyo que esto sea posible, pues
de seguir así acabaré coleccionando ángeles sin alas,
trenes sin vías y nostalgias dormidas en la distancia.
Ya me cansé de coleccionar rabietas, decepciones,
inequidades y testimonios de crueles injusticias. Ya
no quiero guardar en mi memoria historias de negros
crímenes ni de gaviotas tiradas en las playas con las
alas manchadas de petróleo. Me gustaría coleccionar
burbujas de ensueño, mares sin basura y pulmones
alimentados por el limpio oxígeno de un nuevo planeta.
|