Qué le podré importar a este planeta
con mi correr sobre su piel agreste,
si nada debo ser que le moleste
más que al aire una intrépida cometa.
Acaso no me sienta un buen atleta
que llegando sin prisa del sureste,
reivindique hoy que nadie me deteste
si llevo bajo el brazo una escopeta.
Ni quiero arrepentirme mientras viva
de cualquier opinión que piense y jure,
estando en condiciones de buen juicio,
porque siempre yo estime relativa
la desgana que sufra mi barriga
víctima del dichoso maleficio.
|