Como creo en el dios que me interesa
siempre y cuando me traiga beneficio,
así me alejo de cualquier suplicio
cuando no vea claro alguna empresa.
A saber qué interés de gran sorpresa
atesora mi mente sin prejuicio
que sacando al creyente de su quicio
quiera ponerme el alma de princesa.
Hoy me alumbra la luz del caminante,
como también el ancla del miedoso
forzándome a que siga alimentando,
contra viento y marea, mi talante,
quitando lo que tenga de borroso
a las puertas del cielo suplicando.
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