Es culpable el asesino
y es ardiente el agua mala,
es tal vez, también culpable,
el que fustiga sin vara.
Culpable son desde luego
las más ilustres amarras,
los secretos no guardados
y de maldades las ganas.
Donde hay bondades no hay culpa
ni pasiones sin ventana,
que “no me carguen el muerto”
dijo una dulce gitana.
No culpo al sol ni a la luna
de tener distinta cara,
uno destila derroche
la otra se viste de gala.
No es culpable el forajido
cuando carga mil cananas
ni es culpable el llanto puro
cuando de amores se ufana.
No pido disculpa ni paz
al despuntar la mañana
pues el sol y el horizonte
no necesitan palabras.
Es culpa versallesca
propia del rico y canalla
y la culpa de los pobres
mancha llevada en el alma.
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