En la palabra está el secreto del dolor y la felicidad,
la ternura y el amor,
porque el poeta viene del arcano
donde moran las musas
y las ninfas… y los sinzontes;
tenemos un tesoro escondido de cada verbo
en cada estrofa… en cada suspiro…
y una daga afilada en el ápice de la pluma
punzante… asesina…
o angelical…
Un “te quiero” es lo más bello
que podemos decir,
y sin embargo, traficamos con esa palabra;
conocemos el dolor por un adiós inesperado
o una muerte esperada,
y gozamos frente a la ternura de algún beso,
o su audacia… su lujuria.
El poeta tiene la palabra justa y alada,
a veces, en ellas viajan promesas,
Instintos, perdones, o venganzas…
Con verbos amamos, odiamos,
nos despedimos o saludamos,
prometemos, embellecemos los días, y
hasta besamos
removiendo las fibras más íntimas del ser.
Pero también con palabras expresamos coraje,
osadía, insultamos o nos hincamos,
pedimos clemencia, decimos perdón…
Con palabras, la vida es muerte o resurrección,
es goce o es agonía;
con palabras se puede salvar o matar…
acariciar… y amar!
Las palabras del poeta son mágicas,
nubes, colibríes y auroras boreales,
dación en cada aurora;
un don o una perdición.
Pero lo que nunca debes hacer con ella
es perder tu libertad,
ni atrofiar su verdad…
Esa sería tu muerte
Junto con ellas…
“Tienes la palabra, hazte digno de ella”
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