Cuando busque abatido mil sosiegos
limpiando mi cerebro de defensas,
antes vería inútil las ofensas,
que la cueva me invaden sin apegos.
Porque del mundanal cruce de fuegos,
resurgen las tormentas más intensas
que de pronto parecen muy propensas
a zanjar cualquier tipo de trasiegos.
Ahí lejos de todos los discursos
donde nada ni nadie me lastimen
resuelvo sin problemas mis venturas,
sacándole provecho a mis recursos
sin oír los embustes que me oprimen
pero que nunca dan pie a las ternuras.
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