Si, soy el tiempo y nacido del cosmos
hoy navego en tu cuerpo,
también escribo y fecundo en tu alma.

Seré como la alta cruz de tu calvario,
como la hiel amarga,
como el agua doliente que te inquieta
y como el bosque que sediento pide
las preces de la tierra.

Soy ventura y sacrificio,
a veces también roca, el vuelo de las aves,
ola encrespada
y la comba infinita de los mares.

La esfinge parroquial
en la atalaya ungida del suplicio.
Soy fiebre de las cumbres,
la lluvia resguardada en tu ventana
al tul del sacrificio
y la muesca que esculpe las tinieblas.

Soy núbil juramento
y la oración que muerde las mañanas,
el cedro devastado en las praderas
del golpe de las hachas
con nudos de sable y de madera.

Como furia etérea y volandera,
soy la nave del encanto
y la sierpe que repta en el follaje.

Seré tu ayer, tu hoy y tu mañana,
la voz cimbreante
de un reloj que humilla los pesares,
el antifaz que se hunde entre tus huesos,
la mies de tu esqueleto,
la fatiga, la espina y tu lamento.

Soy el barco que flota entre tus carnes,
el suspiro del alma,
la nueva primavera
la tregua tormentosa del destino,
soy ángel, soy frescura y soy el tiempo
o tormento portentoso de la espera.


SEGUNDA VERSIÓN

Si, soy el tiempo y vengo del cosmos.
hoy navego en tu cuerpo,
también escribo y fecundo en tu alma.

Fui como la alta cruz de un Calvario,
como la hiel amarga,
como el agua que brota del pecho
y como el bosque que sediento pide
las preces del cielo.

Soy amor, dolor, ventura y sacrificio
y a veces también roca,
el vuelo de las aves, ola encrespada
y la comba infinita de los mares.

La nota parroquial
en la atalaya ungida del suplicio.
Soy fiebre de las noches,
la lluvia resguardada en tu ventana
el tul del sacrificio
y la muesca que esculpe las tinieblas.

Soy núbil juramento
y la oración que muerde las mañanas,
el cedro devastado en las praderas
del golpe de las hachas
con chispas del sable en la madera.

Como furia etérea
soy la nave del encanto
y la sierpe que repta en el follaje.

Seré tu ayer, tu hoy y tu mañana,
la voz cimbreante
de un reloj que humilla los pesares,
el antifaz que se hunde entre tus huesos,
la mies de tu esqueleto,
la fatiga, la espina y tu lamento.

Soy el barco que flota entre tus carnes,
el suspiro del alma,
la nueva primavera
la tregua tormentosa del destino,
soy ángel, soy frescura y soy el tiempo
o tormento portentoso de la espera.

Julio Serrano Castillejos