Poema dedicado a mi genial amigo
Servio Tulio Acuña Zumalacarregui


Mi amigo, compañero de triunfos y derrotas,
fugaz quimera parca
sarcófago del campo rutilante,
regálame derroches
y el toque de tu numen y tu instante.

Eres ventana y tiempo,
simún alborotado
y un poco ángel sin tenaz momento.
Te ves en las montañas
como aquel sauce que dialoga al viento.

Amigo, de mis parques de abandono…
de frente soñadora
que supo en las revueltas de las horas
surgir hacia adelante
sin pedirle sus ortos a la aurora.

No sabes de la queja ni el quebranto
y en tu rodante vida
siembras feliz la cruz en los caminos
y no te das al llanto
ni a la congoja audaz y primitiva.

Si en tiempos de tus pasos valerosos
me dieras la ilusión
de cultivar las rosas,
con ellas alcanzara tus despojos
el vuelo de alas mozas.

Ayer tus manos fueron
en el piano de teclas y recuerdos
como el delfín airoso
que pinta su bandera más secreta
en trepidar de gozo.


Tu estilo tan parlero
rindió a la terquedad de mis tristezas
en el caudal fructuoso
de la avecilla que en el mes de enero
me roza con su vuelo cauteloso.

Te niegas al suplicio
y también al ludibrio y al ultraje
y vas por los caminos
muy lejos del horrendo precipicio
sombreado de follaje.

Serás, amigo de mis noches tristes,
como la suave brisa,
como palabra que tal vez dijiste
al dibujar la risa
que engalana por siempre el andamiaje.

Así también serás el bálsamo tan fino,
el toque de mis violas,
que escancie laborioso su destino
en un rito de amistad y de amapolas.

Julio Serrano Castillejos