Hoy, tu claustro será el mundo consumido,
los dobleces del manto de la nada
y el toque siempre audaz
del cielo y la luz de una mirada.
Tu claustro han de ser… los años idos,
el puerto de tus naves siempre hundidas,
el peregrino incierto
con el ferviente sol de sus matices.
Y será pues, entonces ese claustro
el jugo matinal que bebes cierto
con esa sed urgida
del profundo… de un ángel ya converso.
Sea entonces ese claustro
la huella misteriosa del destino
y el súbito milagro que condensa
la sangre matizada…
la aldeana soledad de tu camino.
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