El sabio no persigue la fortuna,
cuando investiga nada más existe,
y en su hallazgos con pasión persiste
volver de vacaciones a la luna.
Y ahí radica su mejor tribuna
donde no cabe ni el menor despiste
sin que se le permita ningún chiste,
tal vez cuando sin tiempo desayuna.
Tedioso quehacer se nos antoja
aunque parezca todo lo contrario
a los ojos del mundo competente,
para quien la sinuosa paradoja
constituye el mejor itinerario
para poner a prueba su inconsciente.
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