Cuando la muerte cierre mis sentidos
se posarán tus manos
como aladas y suaves mariposas
en la frente mía,
entonces sentiré
la burbuja del cosmos
en la insondable noche
del estrecho camino de tus labios.
Cuando la muerte cierre aquellos ojos
que vieron tu belleza
en la fronda que sentí
como Pascua florida,
se obstinará de amor el pensamiento
y un nudo en la garganta
endulzará los llantos fenecidos.
Cuando la muerte enjute estas mis manos
y no pueda tocarte
de mis huesos saldrán rollizas flores,
claveles y heliotropos,
jazmines y azucenas
y mil razones buenas
y así ungir tu llanto con mis tiestos.
Cuando las manos quietas
no puedan ya tocarte
ni el pensamiento audaz imaginarte…
ni los caudales del amor ufano
acariciar tu mano,
acordonar tu pelo;
bajará mi alma de los umbrales
a verter el dolor
y la nueva lágrima
en sus espacios infinitos, siderales…
Entonces, mis células inquietas
buscarán los senderos de la tarde
del tiempo que dejamos entre el humo
y entre la niebla soñolienta
de aquella juventud lejana
y entre cardos y rosas polvorientas
y mi alma volará... distante
y sentirá el aroma
de tu llanto, de tus labios y tu pena.
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