Voy a tus músculos a beber, y en la arena fría
siento el estaño provocador que a tu cuello encierra,
corro a tus muslos y con descaro, de esta manera
bebo también del ardiente elíxir; guardo en mis dedos
la adrenalina y el miserere de los conversos,
yo que al infierno tuve una vez
por hogar, y escucho
tantos jadeos, vengo de luto
a través del tiempo.
Sé que lo sabes, yo soy el diablo,
tú mi señuelo.
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