Lastima el pecho el dolor
y se angustia el alma mía,
no esperaba esta porfía,
no esperaba ese rencor.
Ingenuo fui, si señor,
por creer en tu amistad,
mas habrá serenidad
ya pasada tu inmundicia.
Todo basas en codicia,
no tendrás felicidad.
Yo en tus desgracias creí
sin sospechar que mentías.
Tú por dentro te reías
y te burlabas de mi.
¡Hay que ver qué tonto fui!
mas tú muy bien me llorabas.
Buen teatro el que actuabas
para tus fines lograr:
viendo tus ojos llorar
el corazón ablandabas.
Y fuimos mi esposa y yo
apoyo en tus desventuras,
consuelo en tus amarguras,
el pañuelo que enjugó
y en tus mejillas secó
lágrimas que derramaste,
mas con nosotros jugaste
en un juego interesado.
¡Qué bien el juego has jugado!
¡Cuánto dolor nos causaste!
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