Con la mosca zumbando en mis orejas
abro los ojos siempre cada día,
temiendo el escuchar la letanía
en forma de sermones y collejas.
Sólo me garantizo las lentejas
no falto de mi dosis de ironía,
después de recargar mi batería
lo más lejos que logro de las rejas.
Inocente llegué por estos pagos,
y muy pronto aprendí de sus maldades
a base de codazos y cachetes,
pues brutales conjugo aquellos tragos,
tanto que así carezco de amistades
por miedo a que me pongan los grilletes.
|