A quien no le apetece aparentar
y estar en los cuarentas principales,
si no fuera que vínculos reales,
le lleven en secreto hasta el altar
sin sentirse obligado a confirmar
que todas las creencias son cruciales
por ser vistas con ojos imparciales
mucho antes de partir a enamorar.
Pues quien una actitud así defienda
tan negativa como existencial,
que asuma con placer su obligación
aceptando sin sangre la encomienda,
y llevando su cuerda espiritual
al ritmo que dispara un batallón.
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