¿Cómo secar las gotas de mi llanto
de todos mis delirios
y volver al pasado del destino?
¿Cómo dejar sin frutos ese sino
a nombre del martirio
si curo cicatrices con mi manto?
Enjúguese mi rostro y entre tanto
en el dolor supremo
labremos con piedad nuestro camino.
Sea la suerte mi espejo cristalino
en el sitial sin freno
del tiempo deleitoso y siempre santo.
Y hablemos de las cosas de la vida,
de todos sus dolores,
del toque de la nada y la esperanza…
del cruento batallar que a todos lanza
sin lauros, sin honores,
y enluta en el desdén la fe perdida.
Rompamos los silencios soberanos
de la injusticia sorda,
brindemos por las flores y las rosas
y también por las albas mariposas
que en cada nueva hora
rosaron el perfil de nuestras manos…
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