Nunca me gusta ser aquí el primero,
el último tampoco yo lo aspiro,
quizás cerca del medio ya esté a tiro
si no fuera yo mismo un embustero.
Pero ni aun convirtiéndome en acero,
me será suficiente cualquier giro
para verme de cerca, si deliro,
en mi propia morada forastero.
Y aunque triste desplace mi cabeza
para que tanta falta de importancia
carezca de su parte de recato,
sacar no logro gestos de flaqueza
de donde ni siquiera a la arrogancia
el sucumbir le sea nada grato.
|