Te pinto al aguafuerte
en placas medioevales y desnuda
y con el sol de frente entre cierro los ojos,
aquellos mis ojos tan intrusos.
Y para ver tus formas
de dulce compostura
te busco en los caminos de mi alma.
Te pinto en el fragor
de mi momento y dibujo cada uno de tus
muslos finos con mis rapaces manos,
con esas esculpidas manos del suplicio.
Afuera, la lluvia desaliña el sentimiento
y el perfume del alba contrista las caricias.
Te pinto al aguafuerte
en la nave más fugaz del pensamiento
y tus ojos caen como maduras frutas
en la paz de mis entrañas,
en la conciencia austera
y en el bostezo de mis sueños.
Qué preñada claridad, qué sutiles formas,
cuánta ansiedad en las planicies
y cuantas rondas dormidas en tus manos.
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